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Devotos del terruño

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  Malaventurados todos aquellos felices cretinos que han nacido en algún lugar, es lo que siempre sucede, y se apegan al terruño incapaces de observar la vida con una distancia saludable. Son los devotos del terruño, ese lugar en el que aprendemos a mirar. De ellos es el infierno del tedio, la fotocopia del calendario y la servidumbre del rebaño. En este infierno serán felices o al menos se conformarán con el paisaje y el paisanaje del día tras día. Hasta la fatídica jornada, que llega, que nos cuenta que envejecemos muy rápido. #lequotidienjabu

#lequotidienjabu

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  2025 Contabilizamos el tiempo para convencernos de que estamos vivos, que todavía hay otra oportunidad esperando a intervenir en el destino de cada cual. Como en la mañana limpia, brillante y por explorar del 1 de enero que nos ofrece la imagen fotográfica, el 2025 se ilumina como una promesa cumplida. ¿Tiene usted planes que anhela emprender? Enero es el incentivo del iluso. Otro año más, sí. Es uso social tener algo pendiente para el nuevo año del calendario contable; propósitos, suelen decir.  Claro que para aquellos espíritus recios que se imponen metas, el mes de enero es uno cualquiera si el objetivo es llegar a la meta. Es posible que le haya atraído el título: #lequotidienjabu . Puede también que se haya preguntado: ¿y esto qué es? Cuando anda en su trasiego cotidiano encontrará hechos obvios que le habrán atraído. Simultáneamente está el calienta cocos sobre los hombros, que no deja de funcionar involuntariamente y que cuando la voluntad le pone foco nos ilumina la ...

En la sala de espera

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  Tuvo que poseer un carácter dominante, aunque ahora apenas levanta la mirada, la cabeza gacha, sentado en la silla de ruedas entre aquellas dos: su mujer, casi tan decrépita como él pero en pie, y una señora madura que trataba de ser cordial en su servicio a aquel hombre que había dejado de ser irreducible. Una, rubia de pelo ralo ceniciento; la otra, de cabello moreno protegido por el tinte. Hablaban entre ellas. La esposa parecía dudar en su defensa del gobierno de su hogar, entretanto la empleada le reprochaba con tono cortés que no la hubiese reclamado más temprano para lavar y darle el desayuno al señor, obligado por ello a venir a la consulta a toda prisa, como así ha sido. «Pero mujer...», se defendía la esposa. En la consulta del doctor había otras dos parejas mayores, pero ellos no se ocupaban del señor de la silla de ruedas. Entraba una luz limpia tras la lluvia de primera hora de la mañana por el ventanal de la sala de espera, donde también se sienta un varón maduro, d...