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Puede observarlos ahilados en ambas orillas del canal. Esperan sin alma la subida del mar para escapar a la navegación. Un ciclo que vuelve y vuelve, tal que una oportunidad que se desea, llega y se escapa, dado que los barcos que está observando están anclados al firme del cenagal. Zarpar con el calado suficiente sería el inicial empuje de una singladura, un viaje, una aventura con todos los riesgos que el común suele rechazar por instinto. Como anuncia el cielo de esta fotografía el mundo real es frío, inhóspita naturaleza, incluso cuando el sol provoca que la ciénaga hierva, si acaso se derrota desde este rincón de la costa escocesa, cercano a Edimburgo, hacia las proximidades del Ecuador. Siempre estará presente en la existencia de todo ser libre el miedo ante el vivir. Un rechazo universal que arrastra a los miles y miles de mansos que pueblan las sociedades del planeta Tierra. Estos, siervos voluntarios, se sienten empujados por la vida; una vida que confiesan detest...