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Mostrando entradas de septiembre, 2015

La presunción del bienpensante

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E scribe Pablo D’Ors en Biografía del silencio : en el zen se enseña a dejar a los demás en paz, porque poco de lo que les sucede es realmente asunto tuyo. Casi todos nuestros problemas comienzan por meternos donde no nos llaman. Sí, creer que uno puede ayudar es casi siempre una presunción: el yo bienpensante acaba chocando con el ego del otro; el político generoso contribuye el incremento de la deuda dado que paga con la renta de capital que su sociedad no produce. En las relaciones próximas es difícil saber qué es lo mejor para el otro, pues habría que ser él o ella –asunto imposible– y estar viviendo en sus circunstancias. Quizá tenga razón D’Ors cuando comenta que hay que dejar que el otro sea lo que es.

En mi opinión

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BOLETA DE IDA Y VUELTA En mi opinión es otra de las fórmulas propias de la estupidez amada por el humano moderno, como efecto colateral de un acceso febril cuando hay empacho de democracia al llano modo de practicarla. Con la opinión de cada cual –hay tantas opiniones como culos llega a decir un personaje del cine– resulta ser que se dicen muchas palabras irrelevantes aunque sonoras, que son las que ofrecen la chispa a las conversaciones de café. La opinión irrelevante con pretensiones de categoría de pensamiento, ésa es la dañina y peligrosa, más cuando se transmite a la masa por radio, tele y prensa escrita, además del desembarco masivo en las playas de Internet y con los trinos de Twitter. Al referirse a nuestro territorio no es de extrañar ese comentario incisivo, de los que hieren, del bueno de Gustavo Bueno, filósofo: «En España tenemos el cerebro hecho polvo», frase que ha sido portada del ABC Cultural (nº 1.119). La masa que necesita creer más que entende

Del Dietario de Jabu (5)

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L os maestros del periodismo acuden al altar de la verdad siempre que se ponen trascendentes, tratando de aleccionar a los asalariados de la industria del info-entretenimiento, esos profesionales que construyen relatos que hay que vender en el mercado de la escandalera las más de las veces o bien sirvan para adoctrinar a una masa a la que también se ha elevado a ese otro altar de la ciudadanía. Suena huero el alegato por la verdad en la gran industria del espectáculo contaminante que, en su voracidad, también consigue alterar la pureza de la mentira.

'El libro de los susurros'

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¿ R esignación? Sabemos que hay asuntos que no se pueden contar con palabras, que jamás llegarían a expresar ni a uno mismo lo que no puede ser expresado. Asimismo, hay historias que tienen que ser contadas; narraciones que buscan perdurar, que luchan contra el olvido que el conteo de las generaciones venideras acabará imponiendo. Una derrota contra la que luchan arqueólogos, paleólogos, paleontólogos, en fin, todos aquellos que escudriñan un pasado muerto. Historias que no deben olvidarse, porque su olvido vuelve a abrir el horror del presente –mejor hablar en plural–. Varujan Vosganiam cuenta en El libro de los susurros la historia del genocidio del pueblo armenio. El libro, traducido por Joaquín Garrigós, quien a su vez aporta notas aclaratorias sobre costumbres, hábitos alimenticios, lugares, personas y apuntes históricos, está publicado en una cuidada edición por la editorial Pre-Textos. El libro de los susurros es una novela, también un documento histórico del siglo

Memoria e impostura

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«En qué momento la memoria se reviste de la impostura necesaria para ser consecuente con la vida?», escribe María Ángeles Robles en Una senda en penumbra . Se trata de una de sus entradas en este delicado dietario, dedicado a los recuerdos, los que nos permiten ¿reconocernos ante el espejo?, ¿inventarnos una biografía existencial?, simplemente soportarnos en nuestro presente, quizá. Adan Soboczynski apunta que «solo son felices las personas capaces de engañarse mucho a sí mismas» en su divertido El libro de los vicios . La pregunta podría ser: ¿quién soy?, a propósito de esos recuerdos que recomponen una personalidad, también con relación a la máscara que cada cual exhibe para tratar de ser admitido en la vida social. Personalidad para ser aceptado en nuestras sociedades en las que se valora y premia la representación; mayor premio cuanto más se amolde uno e integre su falsa individualidad a la convención. ¿Quién soy? Para evitar este tipo de bloqueos por una pregunta