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Mostrando entradas de 2015

La presunción del bienpensante

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E scribe Pablo D’Ors en Biografía del silencio : en el zen se enseña a dejar a los demás en paz, porque poco de lo que les sucede es realmente asunto tuyo. Casi todos nuestros problemas comienzan por meternos donde no nos llaman. Sí, creer que uno puede ayudar es casi siempre una presunción: el yo bienpensante acaba chocando con el ego del otro; el político generoso contribuye el incremento de la deuda dado que paga con la renta de capital que su sociedad no produce. En las relaciones próximas es difícil saber qué es lo mejor para el otro, pues habría que ser él o ella –asunto imposible– y estar viviendo en sus circunstancias. Quizá tenga razón D’Ors cuando comenta que hay que dejar que el otro sea lo que es.

En mi opinión

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BOLETA DE IDA Y VUELTA En mi opinión es otra de las fórmulas propias de la estupidez amada por el humano moderno, como efecto colateral de un acceso febril cuando hay empacho de democracia al llano modo de practicarla. Con la opinión de cada cual –hay tantas opiniones como culos llega a decir un personaje del cine– resulta ser que se dicen muchas palabras irrelevantes aunque sonoras, que son las que ofrecen la chispa a las conversaciones de café. La opinión irrelevante con pretensiones de categoría de pensamiento, ésa es la dañina y peligrosa, más cuando se transmite a la masa por radio, tele y prensa escrita, además del desembarco masivo en las playas de Internet y con los trinos de Twitter. Al referirse a nuestro territorio no es de extrañar ese comentario incisivo, de los que hieren, del bueno de Gustavo Bueno, filósofo: «En España tenemos el cerebro hecho polvo», frase que ha sido portada del ABC Cultural (nº 1.119). La masa que necesita creer más que entende

Del Dietario de Jabu (5)

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L os maestros del periodismo acuden al altar de la verdad siempre que se ponen trascendentes, tratando de aleccionar a los asalariados de la industria del info-entretenimiento, esos profesionales que construyen relatos que hay que vender en el mercado de la escandalera las más de las veces o bien sirvan para adoctrinar a una masa a la que también se ha elevado a ese otro altar de la ciudadanía. Suena huero el alegato por la verdad en la gran industria del espectáculo contaminante que, en su voracidad, también consigue alterar la pureza de la mentira.

'El libro de los susurros'

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¿ R esignación? Sabemos que hay asuntos que no se pueden contar con palabras, que jamás llegarían a expresar ni a uno mismo lo que no puede ser expresado. Asimismo, hay historias que tienen que ser contadas; narraciones que buscan perdurar, que luchan contra el olvido que el conteo de las generaciones venideras acabará imponiendo. Una derrota contra la que luchan arqueólogos, paleólogos, paleontólogos, en fin, todos aquellos que escudriñan un pasado muerto. Historias que no deben olvidarse, porque su olvido vuelve a abrir el horror del presente –mejor hablar en plural–. Varujan Vosganiam cuenta en El libro de los susurros la historia del genocidio del pueblo armenio. El libro, traducido por Joaquín Garrigós, quien a su vez aporta notas aclaratorias sobre costumbres, hábitos alimenticios, lugares, personas y apuntes históricos, está publicado en una cuidada edición por la editorial Pre-Textos. El libro de los susurros es una novela, también un documento histórico del siglo

Memoria e impostura

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«En qué momento la memoria se reviste de la impostura necesaria para ser consecuente con la vida?», escribe María Ángeles Robles en Una senda en penumbra . Se trata de una de sus entradas en este delicado dietario, dedicado a los recuerdos, los que nos permiten ¿reconocernos ante el espejo?, ¿inventarnos una biografía existencial?, simplemente soportarnos en nuestro presente, quizá. Adan Soboczynski apunta que «solo son felices las personas capaces de engañarse mucho a sí mismas» en su divertido El libro de los vicios . La pregunta podría ser: ¿quién soy?, a propósito de esos recuerdos que recomponen una personalidad, también con relación a la máscara que cada cual exhibe para tratar de ser admitido en la vida social. Personalidad para ser aceptado en nuestras sociedades en las que se valora y premia la representación; mayor premio cuanto más se amolde uno e integre su falsa individualidad a la convención. ¿Quién soy? Para evitar este tipo de bloqueos por una pregunta

Del Dietario de Jabu (4)

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S e acaba este período de hastío vacacional y trabajo con calor. Sobre el dibujo de una “realidad deforme” escribe Bieito Rubido en su El Astrolabio del ABC: «Es un síntoma más de una sociedad trivial, epidérmica, manipulable, que se refleja en el periodismo que se consume. Se supone más que se cuenta. Todo vale. Los medios retransmiten el Apocalipsis, mientras la vida real transita por otros medios». Claro que hay expertos en construir nuestra realidad deforme (un científico, por caso uno del campo de la Neurología, pondrá reparos a eso de la realidad deforme, dado que es el propio cerebro quien deforma la realidad, cuando no la inventa por pura supervivencia). Expertos suficientemente preparados, con títulos universitarios y experiencia demostrada en la ciencia y oficio de la comunicación. Una realidad deforme servida por la ideología –las ideologías–; realidad que a su vez las alimenta diariamente limpiando ese pañuelo ante los ojos que todo lo vela.

Un destino por inventar

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R eniegas de los hastiados de tanta repetición, de tantos y más dejados a la vaguedad del hálito del bostezo. Arremetes contra mi último apunte para un tratado del bostezo . «No hay noria sin pausa», arremetes en tu berrinche fundamentado, Justo. Tú, que tanto detestas el pensamiento débil. «Ese pensamiento anémico os adormece con los arrumacos de la bestia», escribes. Tú, que en su día te asomaste a la orilla de la costa oteando el horizonte de la desesperanza y te hiciste a la mar persiguiendo un destino por inventar. La bestia, ese pueblo llano consentido, servidumbre voluntaria que teme más a la libertad que a la muerte, esta porque siempre llega para los demás… eso creen en su presente edulcorado con grandes dosis gratuitas de espectáculo fantástico, donde ni espacios ni personajes, nada es lo que parece. Esta es tu argumentación, Justo, en esa carta que me has remitido con la urgencia y la prontitud de un e-mail. «Tu bostezas», me acusas, «como tantos otros co

Apunte para un tratado sobre el bostezo

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BOLETA DE IDA Y VUELTA E l pesimismo tiene un prestigio intelectual que no corresponde a la evolución de la humanidad y qué decir si es que nos ponemos a hablar de la sociedad española. El pesimismo goza de ese prestigio que alimenta una opinión pública banalizada y entregada al brazo ejecutor del espectáculo. En este caldo de cultivo, las malas noticias coparán los titulares de los medios de comunicación social. Aparte las tragedias, entre ellas las guerras y los desastres naturales, la mayoría de las malas noticias son carne de cañón para titulares que rellenan con supuesta acción el aburrimiento nada convencional de cada telediario, noticiario radiado... todos esos espacios informativos que dividen el tiempo cotidiano en las sociedades de masas, a galope. Saturados de información repetitiva, ahora, tras las elecciones de este pasado 24 de mayo nos damos a creer que algo importante ha sucedido –los periodistas acuden de inmediato al calificativo de histórico, po

Del Dietario de Jabu (3)

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  R achea la brisa del sudoeste. Agradable y fresca. Ambiente apacible en el club náutico, atracadero, propicio para los que no tenemos mejor cosa que hacer. Hace años acabé recogido en este caño, histórico, hermoso; en él me siento vivo. Veo pasar mi vida. Los personajes que desfilan por el bar del club. Las desapariciones , esas dagas que se van clavando en mi existencia, consciente de que a mí también me tocará. Es fantástico este lugar y tiene voces que solo pueden escucharse cuando se presta atención a lo trascendente. Solo entonces. Voces que cuentan cosas relacionadas con el misterio, nada que ver con los caracteres prefijados de la cuenta Twitter. El misterio, la realidad profunda. La realidad que no quiere cotizar en Bolsa, esa misma realidad que se niega a ser transparente, para no ser nada. En este rincón de Sancti Petri el aire sabe a sal. Son todas estas sensaciones tan íntimas que es mejor no hablar de lo que no puede ser expresado para que lo ent

El signo congénito de las cosas

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J usto cuando comienza a languidecer la primera inocencia anuncia su despertar uno de los grandes enemigos de la existencia. Llega como brisa cálida, hedionda y arreciará a lo largo y ancho de la vida de cada individuo, más de una vez con toda la fuerza de un vendaval, y ya nunca se acabará, incluso cuando la segunda inocencia relaje los años de la vejez. El fracaso es la asignatura suspendida de la existencia. Del fracaso hemos hablado tú y yo desde que transitábamos aquella adolescencia con la que fuimos otros, cuando condenábamos a la desconfianza a quien cumplía los 20 años. Veinte años y lo acusábamos, a aquel quien, de sospechoso, acomodaticio y negado para transformar el mundo. ¿Qué mundo? ¡Ah! Las grandes palabras sin sentido, desnortadas de rumbo. El mundo en transformación siempre estará fuera de nuestro alcance, aunque los protagonistas se satisfagan en la cresta de la ola, la misma que los arrojará revolcados a la orilla, magullados por los cantos rodados, atur

A propósito de 'Pienso para perros'

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E l escritor Luis Martínez de Mingo (1948) del 2014 no es el mismo que el que fue en cualquier otra época anterior de su vida, como confiesa en Pienso para perros (Los cuatro vientos. Renacimiento). El libro, dietario de un agnóstico y de otros asuntos del vivir, no es que se deje leer, induce a la relectura, a levantar la vista de la página, a pensar, ese gran peligro del cerebro cosificado en el escenario de convención de la sociedad de masas, políticamente correcta y cobarde, por demás. Implicarse en el agnosticismo es asunto grave, muy difícil de sostener si no imposible salvo que se caiga en una segunda inocencia, aquella abandonada al salir de la niñez, para defender con alma heroica que no se cree en nada, en nada. «La vida se basa en el autoengaño» comienza una de las entradas del dietario de Martínez de Mingo; uno se olvida de que te vas a morir, piensa que vale para algo, se inventa una personalidad, entras a formar parte del circo, con su público, hasta que un buen día

Mamíferos humanos

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N o importa tanto el conocer los comportamientos comunes de los mamíferos humanos. Lo trascendente es que son vidas únicas, si uno se empeña en creer en el ser. Después mi contertulio saltó desde la altura filosófica que solía provocarle el vértigo de lo inefable y decidió conversar sobre el mirar; nunca solicitaba permiso para cambiar el tema, romper la melodía y saltar de género, sin esperar objeciones de cualquiera que se sentaba a la mesa del café. Ahora tocaba un vals. Observamos y tendemos a juzgar, continuó, pero lo más hermoso es contemplar esas vidas que se presentan ante nuestros ojos, dejar que esas vistas sigan su curso. La barcaza estaba atracada en el Avon, en el muelle fluvial de Bristol. La escena tuvo lugar en su interior, nos dijo, observando en nuestros rostros la reacción a los saltos de su discurso. El patache ya no navegaba y lo habían transformado en un pub ruidoso donde se servía comida popular, con esa colección de sabores que ni provocan el re

Del Dietario de Jabu (2)

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   U na pregunta tópica, ampulosa, sobada, copetuda a la que entra al trapo la persona letraherida, perfeccionista de la palabra, que huye del horror de la página en blanco llenándola de signos comprensibles, o no. «Sí, se aprende a vivir en los libros», suele responder convencido el escritor o escritora de algo tan voluble como es la ficción. A vivir se ha de aprender toda la vida, advierte Séneca a todos los seres sorprendidos de que igualmente toda la vida se ha de aprender a morir. Todas esas palabras y sus sombras que empleamos para tratar de comprender, de explicarnos, de salir del yo al exterior. Todos esos grandes conceptos: vida, muerte... que subyugan al alma poética. Puede asimismo que todos esos grandes conceptos no sean ni grandes siquiera. ¿Puede el lenguaje expresar lo inefable? Pregunta sin respuesta, mejor callar frente al misterio. Las palabras con las que cumplimos los días y sus sombras, las de las palabras.

Del Dietario de Jabu

Soportar lo gris del mundo, la mediocridad propia y con la que convivimos, de ahí que DH Lawrence empleara el Arco Iris como metáfora de la única esperanza a la que agarrarse para soportar. La esperanza: “Hay tantos amaneceres que aún no han nacido”. ¡Qué hermosa frase de Lawrence! Lo gris del mundo en el que moramos como animales solitarios que sabemos somos mortales. Una gran tragedia la de andar barruntando el futuro, camino de la nada. A no ser que… a no ser que se tenga fe en lo otro. Un arco iris llamado paraíso. Frente a la muerte: fe Frente a la grisura del mundo real: esperanza. Frente al yo solitario –“nuestra invulnerable soledad”, en palabras de Gabriel Albiac–: caridad. El arco iris de los creyentes, a crédito. Esto de la fe.

Esa mirada vacía por la que me asomo al infierno

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F ue un abrazo recio, de los que transmiten la intensidad de dos sentimientos que buscan reconciliarse. Fue la tuya una visita fugaz, en camino hacia lo inalcanzable. Desde que nos conocemos, Justo, siempre he asociado tus pasos a una incansable fuga. Un abrazo que todavía me duele; un placer, por el reencuentro después de tanto tiempo; un dolor sutil, ilocalizable en el cuerpo por esa tu inminente ausencia, sin sosiego para intercambiar una sarta de largas conversaciones que comprendan nuestro planeta hasta la próxima cita, de haberla. Tantas cosas por contarnos; un silencio por vencer. Ese misterio que nos rodea y al que apenas echamos cuenta, cuando solo se hace presente con la ausencia y la reflexión pausada. Me dices que quieres visitar en este viaje sin heraldos una aldea del Norte, donde se conserva un puente romano, un caserón con establo cuya parte trasera mostraba al río una galería que recuerdas tibia en las largas tardes de un verano, con los cristales riela

Ya va siendo hora de la confesión

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Y a va siendo hora de la confesión. Tendría que hacerlo, mejor hoy que en el mañana por venir; con orgullo, sin acto de contrición ni propósito de enmienda siquiera. Debo de pertenecer al paisanaje de segunda de esta España, que tanto se asemeja con su idiosincrasia al concierto de las naciones del occidente acomodado y presas de remordimientos por ser eso: naciones civilizadas, donde impera el Derecho y se salvaguarda la vida de las personas. El paisanaje de primera, sea cual fuera su condición social, profesión, ganancias económicas, su desocupación... ese paisanaje disfruta del espectáculo ofrecido por los programas de televisión para las grandes audiencias, los que sobreviven diariamente con el share de infarto; que respira libertad en facebook, twitter y demás redes –¿libertad y red no son antitéticas?–; que exhibe pornográficamente sus vergüenzas en youtube; que opina pulsando la tecla de me gusta o la del sí o la del no; ese paisanaje de división de honor que vota en las e

Quiero ser anónimo pero ya es tarde

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Q uiero ser anónimo, pero ya es tarde. Una representación de mi alma navega por las redes y su rastro habla de mí a máquinas, a seres desconocidos, que interpretan y llegan a saber más de quién soy de lo que yo sé. Justo, amigo, en los mares de Oriente transportas cosas medibles y que se pueden pesar y guardas silencio en tus afanes por arribar a puerto. Miserable de mi, al contrario, no puedo guardar ese decoroso silencio donde se cultiva la sabiduría, porque siento la necesidad de narrar la vida que uno cree asir, bien que su conocimiento se me escapa; un misterio que no sé desentrañar, a pesar de las vacuas promesas. Un don nadie, cuánta dicha esconde esta aspiración, cuando nuestras afanadas vidas nadan contra la corriente de todas esas informaciones que nos golpean en cuanto despertamos del sueño reparador de cada jornada y nos bombardean con esos estímulos para la acción en cuanto proyecto que somos; proyecto de algo: ¿qué? Siempre lo potencial, el se puede no sólo como i