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La sonrisa de un niño en los tiempos del COVID-19

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C on su voz impostada se dirige a los niños a través de los televisores: queridos niños y niñas, sois unos héroes; unos héroes que habéis aguantado el encierro, pero ha llegado el tiempo en el que podréis salir a la calle. ¿Se ve este Iglesias Turrión como el ‘padrecito’? A Iósif Stalin no le temblaba el pulso, al Padrecito. El sentimentalismo emocional dirigiéndose en primera persona desde La Moncloa a la infancia puede resultar ridículo cuando lo interpreta un adulto engominado y con coleta, con altas responsabilidades de gobierno. Pero más bien creo que lo que hace este político es asumir la tradición histórica del esperpento patrio. Si lo pudieran ver nuestros Quevedo y Valle Inclán… Señor vicepresidente, déjelos con sus juegos y no quiebres sus inocentes sonrisas con tu cháchara.

Servidores del ‘Granma’

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D edicado a los lacayos del ‘Granma’, mito del periodismo de Estado, aquellos que son incapaces por oficio de formular las preguntas que son difíciles de responder. Hablo de periodismo. El periodista que solo atiende a la verdad revelada es un mero transmisor de la estupidez con la que, en más de una ocasión, se camuflan las mentiras con las que nos reconfortamos y aceptamos como una de las cláusulas de la servidumbre voluntaria. El periodista, en las sociedades democráticas amparado por el concepto de libertad de expresión -uno de los derechos de todo ciudadano, que necesita ser alimentado con hechos diarios frente a sus enemigos y la desidia- si no es capaz de cuestionar las verdades oficiales, llanamente actúa como un usurpador de un oficio de por si antipático. Hay otros oficios mejor remunerados que no tienen la antipatía como denominación de origen. Están los paniaguados de los poderes, los correveidiles, los pobrecitos habladores de la soci

Los monstruos de la razón

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U na pregunta aparentemente inocente que choca contra el muro del destino: ¿por qué? La razón exprime el por qué a la búsqueda de respuestas, lo que también motiva la creación de relatos de moralidad superior para aglutinar la iglesia de la resistencia de los confesos en el progreso. No importa tanto que el relato sea falso como que imponga la moral superior. Mediante uno de los relatos morales mil veces repetido de quienes todavía viven su fe en el comunismo, estos enemigos progresistas de la libertad de la persona predicarán a los cuatro vientos las bondades de las bienaventuranzas, con un premio quimérico que nunca se cobra. El caso es que vivimos una era en la que sabemos qué cosas funcionan y cuáles no.

Dudas

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Una comisión dedicada a estudiar un asunto grave quizá sirva para desahogarse en el mejor de los casos o para colmar más el cajón del jefe, en el peor. ¿Para qué sirve una mesa constituida para analizar una asunto grave? Quizá para que todos sus integrantes tengan protagonismo en el naufragio. Un observatorio social permite contemplar las circunstancias con la óptica unidimensional del antiguo catalejo.

Dos sentencias

Del Dietario de Jabu: ⧬ T odo el mundo es bueno, desconfiemos de tal inocencia. La maldad es uno de los elementos del paisaje. Bueno, maldad... conceptos morales al fin. Fijémonos en el territorio, donde los instintos básicos del depredador animal humano tendrán que rendir cuentas al Derecho. 口 ⧭ L a Ciencia se somete a la falsación y aun así sufre ataques de chamanes, atentos a modificar la realidad. Luego están las ciencias sociales, abiertas al juego de dados de la mente humana.

Del Dietario de Jabu 7

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C ada uno se mantiene en pie como buenamente puede, obsesionado en planificar cual ingeniero, olvidándose del sabio oficio de jardinero, que respeta la salvaje naturaleza. Uno se pone a observar a su alrededor –me cuenta, sin sentirse trascendente– y puede contemplar cuánta insensatez hay flotando en el ambiente. Uno pega la oreja en conversaciones ajenas y no hay sorpresas por sus contenidos, sino por la banalidad de las mismas. Ese ambiente ligeramente ponzoñoso. Son esos seres con los que se convive, lejanamente, pero con los que hay que participar en sociedad. Con ellos hay que comunicarse, puede uno sentirse incapaz, pero hay que hacerlo por humanidad, actuar respetuosamente, resultar agradable en el trato, lo mínimo que se les debe por ser miembros de la misma especie. Escépticamente hay que aceptar que a los otros debe sucederles lo mismo, porque cada uno es un misterio y nos juntamos todos en rebaño para sobrevivir, también para hacernos daño –dice–. Entre todos man

2016

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Sostiene más de uno la visión negra de España –dicen, ‘este país’–. Mientras, el tiovivo de quienes ansían poder ilumina la escena: suben y bajan sus expectativas y deambulan en círculo. La ambición sin careta. Es tremendo que tanta verborrea insonorice las propuestas que esperan los que guardan silencio para una vida en común en la que el odio sea mal visto, rechazado. Si usted está convencido de que el cielo va a caer sobre nuestras cabezas, también podría pensar que eso no tiene que ocurrir mañana. Acaba de arrancar 2016, otro año más en el calendario. Eso será todo.

Del Dietario de Jabu (5)

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L os maestros del periodismo acuden al altar de la verdad siempre que se ponen trascendentes, tratando de aleccionar a los asalariados de la industria del info-entretenimiento, esos profesionales que construyen relatos que hay que vender en el mercado de la escandalera las más de las veces o bien sirvan para adoctrinar a una masa a la que también se ha elevado a ese otro altar de la ciudadanía. Suena huero el alegato por la verdad en la gran industria del espectáculo contaminante que, en su voracidad, también consigue alterar la pureza de la mentira.

Del Dietario de Jabu (4)

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S e acaba este período de hastío vacacional y trabajo con calor. Sobre el dibujo de una “realidad deforme” escribe Bieito Rubido en su El Astrolabio del ABC: «Es un síntoma más de una sociedad trivial, epidérmica, manipulable, que se refleja en el periodismo que se consume. Se supone más que se cuenta. Todo vale. Los medios retransmiten el Apocalipsis, mientras la vida real transita por otros medios». Claro que hay expertos en construir nuestra realidad deforme (un científico, por caso uno del campo de la Neurología, pondrá reparos a eso de la realidad deforme, dado que es el propio cerebro quien deforma la realidad, cuando no la inventa por pura supervivencia). Expertos suficientemente preparados, con títulos universitarios y experiencia demostrada en la ciencia y oficio de la comunicación. Una realidad deforme servida por la ideología –las ideologías–; realidad que a su vez las alimenta diariamente limpiando ese pañuelo ante los ojos que todo lo vela.

Del Dietario de Jabu (3)

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  R achea la brisa del sudoeste. Agradable y fresca. Ambiente apacible en el club náutico, atracadero, propicio para los que no tenemos mejor cosa que hacer. Hace años acabé recogido en este caño, histórico, hermoso; en él me siento vivo. Veo pasar mi vida. Los personajes que desfilan por el bar del club. Las desapariciones , esas dagas que se van clavando en mi existencia, consciente de que a mí también me tocará. Es fantástico este lugar y tiene voces que solo pueden escucharse cuando se presta atención a lo trascendente. Solo entonces. Voces que cuentan cosas relacionadas con el misterio, nada que ver con los caracteres prefijados de la cuenta Twitter. El misterio, la realidad profunda. La realidad que no quiere cotizar en Bolsa, esa misma realidad que se niega a ser transparente, para no ser nada. En este rincón de Sancti Petri el aire sabe a sal. Son todas estas sensaciones tan íntimas que es mejor no hablar de lo que no puede ser expresado para que lo ent

Del Dietario de Jabu (2)

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   U na pregunta tópica, ampulosa, sobada, copetuda a la que entra al trapo la persona letraherida, perfeccionista de la palabra, que huye del horror de la página en blanco llenándola de signos comprensibles, o no. «Sí, se aprende a vivir en los libros», suele responder convencido el escritor o escritora de algo tan voluble como es la ficción. A vivir se ha de aprender toda la vida, advierte Séneca a todos los seres sorprendidos de que igualmente toda la vida se ha de aprender a morir. Todas esas palabras y sus sombras que empleamos para tratar de comprender, de explicarnos, de salir del yo al exterior. Todos esos grandes conceptos: vida, muerte... que subyugan al alma poética. Puede asimismo que todos esos grandes conceptos no sean ni grandes siquiera. ¿Puede el lenguaje expresar lo inefable? Pregunta sin respuesta, mejor callar frente al misterio. Las palabras con las que cumplimos los días y sus sombras, las de las palabras.

Del Dietario de Jabu

Soportar lo gris del mundo, la mediocridad propia y con la que convivimos, de ahí que DH Lawrence empleara el Arco Iris como metáfora de la única esperanza a la que agarrarse para soportar. La esperanza: “Hay tantos amaneceres que aún no han nacido”. ¡Qué hermosa frase de Lawrence! Lo gris del mundo en el que moramos como animales solitarios que sabemos somos mortales. Una gran tragedia la de andar barruntando el futuro, camino de la nada. A no ser que… a no ser que se tenga fe en lo otro. Un arco iris llamado paraíso. Frente a la muerte: fe Frente a la grisura del mundo real: esperanza. Frente al yo solitario –“nuestra invulnerable soledad”, en palabras de Gabriel Albiac–: caridad. El arco iris de los creyentes, a crédito. Esto de la fe.