A propósito de los enervados


BOLETA DE IDA Y VUELTA


Los eruditos hispanistas han coincidido en calificarnos de seres en acción, puro nervio y poca templanza a la hora de diseñar nuestro futuro. Quienes vivimos el presente que marca el día a día podemos reconocer que somos nerviosos; excitación que se traslada a los medios de comunicación, cuya realidad difundida levanta actas efímeras del baile de san vito nacional, una metáfora, pues quienes padecen la enfermedad de Huntington tienen un problema de salud serio.

En este panorama, que no es novedoso y sí muy en la tradición española, sienta mal el marianismo, ese calificativo periodístico que trata de retratar la flema del actual presidente del Gobierno. No importa que Barack Obama lo reconozca ahora como líder, al menos para los españoles. Le echan en cara la cachaza que le ha permitido sobrevivir a las acechanzas de su propio partido, la crisis de una derrota electoral, al purgatorio de la oposición, al triunfo agridulce de una mayoría en el Congreso y hasta haber nadado contra corriente para evitar la quiebra de la nación, por el momento. 

El caso es que va sobreviviendo en su dilatada carrera política. No voy a ser su hagiógrafo, que de lo que trato es de reflexionar sobre la excitación nerviosa de una nación.

Más bien llamar la atención sobre la histeria del poder y más exactamente de quienes piensan en él como objetivo del ser, hasta el punto de afirmar a la española que la pesadilla durará hasta el momento en el que vuelva a gobernar él, obviando que quien gobernará a la postre es muy posible que sea el que lo derrote finalmente desde las filas de su propio partido.

También están los de la modalidad del poder como objetivo del ser que quieren acabar con la pesadilla con dieta de mano alzada asamblearia, barricada y el ordeno y mando de los iluminados, con destino a una nueva pesadilla de cárcel sin cuartel al disidente y hambre para todos los que no sean élite revolucionaria.

Desde 1812 en este territorio se tiene la tendencia a interpretar la democracia bajo la perspectiva de yo gano, todos los demás pierden, con querencia a dejar que las leyes se acaten, pero no se cumplan, y a debilitar las instituciones, que siempre serán cortapisa a los intereses del que piensa en el poder como objetivo del ser.  Aunque el Estado liberal se abra paso, quizá uno adelante dos atrás

Pero España ha salido adelante muy a pesar de los nerviosos, dado que la mayoría suele ser sensata y no mete ruido. Y por supuesto, con iniciativas de las mentes privilegiadas y de los políticos capaces de diseñar el futuro.

Así que: enervados, pasen al fondo.


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