Lacónico mensaje










Cartas a Justo

“No seas idiota”. Una alarma reiterada dos veces había precedido la aparición del mensaje en la pantalla de este teléfono al que han bautizado con el sambenito de inteligente. Me había asustado.

No por el mensaje. Por aquellos dos campanillazos a deshora. Era él, resucitado.

Pero el mensaje no traía prospecto, sin más explicación. ¿Por qué iba a ser idiota?, tecleé en respuesta inmediata. Por qué puedo ser idiota, aquí, ahora, Justo; por qué, pensé, entretando el aparato despegaba el contenido de la pregunta con el susurro de un cohete elevándose en el horizonte lejano.

No hubo contestación.

Como no ha habido tampoco a mis cartas, que imagino descansando en el buzón silencioso de todos esos mensajes perdidos.

Quise provocarte con un cuaderno de quejas sobre los espejismos del alma.

Con otras protestas sonrojantes sobre el imperio de la mentira; las mentiras cual verdades reveladas.

Te dije que Frida vino, todavía sigue aquí, que si opina, que si ha dicho, que prefiere…

Sin un mero acuse de recibo.

Y ahora este lacónico mensaje.

[Hoja suelta del cuaderno de quejas]. Hace bastantes años un común viejo conocido tuvo la responsabilidad de poder decidir lo que se publicaba y cómo en las páginas de ‘cultura’ de un periódico de difusión nacional. Pero no dio la oportuna importancia al segundo enunciado del cintillo: ‘y espectáculos’. Quiso vivir en el espejismo de la alta cultura y acabó derrotado por la gala de los Oscar. Lo que el lector demandaba.

La banalidad, el glamour, el rampante big money. ¿Que podría haber hecho Bulgákov? El desdichado Mijail. El espejo roto por el importante sector productivo cultural.

Te envío este email un tantico desolado por tu silencio, por el temor a seguir engordando la bandeja de entrada de los correos sin respuesta.

Navegando o en tierra, donde sea que estés, te echamos en falta. Tu punto de vista ante esta nueva verdad revelada: si tan importante como es el Parlamento de Europa para buscar soluciones a los problemas de los Estados asociados, a qué fin el berreo sobre el machismo. Un ejemplo.

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