Del Dietario de Jabu (2)

  

Una pregunta tópica, ampulosa, sobada, copetuda a la que entra al trapo la persona letraherida, perfeccionista de la palabra, que huye del horror de la página en blanco llenándola de signos comprensibles, o no. «Sí, se aprende a vivir en los libros», suele responder convencido el escritor o escritora de algo tan voluble como es la ficción.

A vivir se ha de aprender toda la vida, advierte Séneca a todos los seres sorprendidos de que igualmente toda la vida se ha de aprender a morir.

Todas esas palabras y sus sombras que empleamos para tratar de comprender, de explicarnos, de salir del yo al exterior.

Todos esos grandes conceptos: vida, muerte... que subyugan al alma poética. Puede asimismo que todos esos grandes conceptos no sean ni grandes siquiera.

¿Puede el lenguaje expresar lo inefable? Pregunta sin respuesta, mejor callar frente al misterio. Las palabras con las que cumplimos los días y sus sombras, las de las palabras.

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