Genoma mitocondrial

BOLETA DE IDA Y VUELTA


Cuando los ilustrados de aquel entonces nos hicieron dueños de nuestros destinos, lo que nos ofrecieron perversamente no era la llave que abría la puerta de la felicidad. Salvo los que están físicamente incapacitados, cuyos destinos caen en manos de la solidaridad de los otros, cuando uno es dueño de su destino está obligado a navegar en el mar incierto, no como aquel héroe bajo el designio de los dioses, sino como hombre libre.

¿Cómo puede un ser libre vivir en sociedad?

No hay respuesta. 

Hay ficciones que nos han permitido salir del estado salvaje. La ley es la más compleja, quizá, de estas ficciones, cuando trata de poner puertas al campo al animal que todos somos y preservar al redil de los males.

Hay cantos de sirena que loan la libertad de la servidumbre voluntaria o forzada: este es el campo de las ficciones políticas.

Hay un momento, suele ocurrir en la tierna juventud, en el que cada cual vislumbra su destino. Luego irán llegando una tras otra las derrotas. Hasta el punto final. Quedarán cenizas, una señal en el campo santo, una esquela pagada en el periódico, un obituario amable, quizá.

Qué sabe nadie. Miles de años habrán de pasar hasta que alguien averigüe algo de tu genoma mitocondrial. ¡Ya sería casualidad!


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