Ya va siendo hora de la confesión


Ya va siendo hora de la confesión. Tendría que hacerlo, mejor hoy que en el mañana por venir; con orgullo, sin acto de contrición ni propósito de enmienda siquiera. Debo de pertenecer al paisanaje de segunda de esta España, que tanto se asemeja con su idiosincrasia al concierto de las naciones del occidente acomodado y presas de remordimientos por ser eso: naciones civilizadas, donde impera el Derecho y se salvaguarda la vida de las personas. El paisanaje de primera, sea cual fuera su condición social, profesión, ganancias económicas, su desocupación... ese paisanaje disfruta del espectáculo ofrecido por los programas de televisión para las grandes audiencias, los que sobreviven diariamente con el share de infarto; que respira libertad en facebook, twitter y demás redes –¿libertad y red no son antitéticas?–; que exhibe pornográficamente sus vergüenzas en youtube; que opina pulsando la tecla de me gusta o la del sí o la del no; ese paisanaje de división de honor que vota en las elecciones, que democráticamente detesta, con el corazón... Votar bajo el impulso de los sentimientos. ¿Acaso no es locura? Frenesí sin tino ni son de esclavos que se creen lo que no son: libres; su propia mentira. En cuanto a ese paisanaje de segunda obligado a la reflexión, al deber del conocimiento, a la crueldad de la duda, al silencio las más de las veces... es que no tienen imagen ni glamour; demasiado humanos –voluntades libres– para las exhibiciones de las casetas de feria de la realidad virtual que apelan a la sensiblería.

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