Servidores del ‘Granma’
























Dedicado a los lacayos del ‘Granma’, mito del periodismo de Estado, aquellos que son incapaces por oficio de formular las preguntas que son difíciles de responder. Hablo de periodismo.

El periodista que solo atiende a la verdad revelada es un mero transmisor de la estupidez con la que, en más de una ocasión, se camuflan las mentiras con las que nos reconfortamos y aceptamos como una de las cláusulas de la servidumbre voluntaria.

El periodista, en las sociedades democráticas amparado por el concepto de libertad de expresión -uno de los derechos de todo ciudadano, que necesita ser alimentado con hechos diarios frente a sus enemigos y la desidia- si no es capaz de cuestionar las verdades oficiales, llanamente actúa como un usurpador de un oficio de por si antipático.

Hay otros oficios mejor remunerados que no tienen la antipatía como denominación de origen. Están los paniaguados de los poderes, los correveidiles, los pobrecitos habladores de la sociedad del espectáculo o los creadores del ingenio de las relaciones con los públicos, especializados en el marketing político al servicio de políticos perversos o meras cabezas parlantes, como aquella que maravilló al ingenioso hidalgo durante su visita a Barcelona.

Todos esos profesionales, muy profesionales…

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