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Todos somos políticos

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HAY una idea dominante que expone Fernando Savater en su libro ¡ No te prives! Defensa de la ciudadanía (Ariel): políticos somos todos los individuos que convivimos en una sociedad democrática, bajo el imperio y las leyes del Estado de derecho; los políticos electos son los elegidos por un tiempo para representar y adoptar acuerdos según la voluntad de los electores, de acuerdo con las reglas del juego político en esta clase de sociedades, que son un logro de la civilización. «La ciudadanía por la que merece la pena luchar es aquella según la cual el individuo obtiene derecho a la participación política, la protección social y los servicios básicos con abstracción de cualquiera de sus determinaciones previas genealógicas, étnicas, culturales, de género, etc...», argumenta el pensador. La obligación es cumplir las leyes para compartir presente y futuro. La libertad vendría después para elegir cada cual la identidad que desee, sea política, religiosa, cultural o erótica. Como indi

El gran narrador de naderías

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R ecordaba aquella cantina que había sobrevivido a las locomotoras de vapor, tan queridas con sus nombres de mujer. Todavía entonces seguía aferrada al pálpito vital de la ciudad, arañando cada día al calendario, que le empujaba al final de un túnel en donde acechaba la piqueta a manos del mejor postor por aquella parcela céntrica, bien valorada para los planes ferroviarios de los trenes de vía estrecha. El progreso había sentenciado que estarían mejor bajo tierra, en otro lugar, en una estación intermodal racionalista, con sus quioscos de diseño listos para despachar bebidas servidas en vasos de un solo uso y sándwiches insípidos; sí, bien decorados para ganar al estómago por los ojos. Al entrar siempre olía a serrín húmedo. Lo único que se renovaba ritualmente en la cantina cada año era la fotografía del Sporting reproducida a doble página por el periódico, colgada con chinchetas en la pared frontal tras el mostrador. La taberna era oscura, incluso bajo el sol de ju

Las culpas de los otros

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BOLETA DE IDA Y VUELTA S on como las novedades de temporada en los escaparates. Hay palabras que triunfan en el decir por el consenso de la estupidez, como por ejemplo: la casta . Un término despectivo ahora en España para calificar a una clase especial, la integrada por los políticos elegidos en las urnas, los que viven del ejercicio público de la política y los partidos políticos. Hay quien está interesado en dar gato por liebre con la palabra, que ha volado cual virus desde el gurú, ocupando plaza en los medios de comunicación, hasta la tertulia del café matinal, al despertar el imaginario sentimental sobre las culpas de los otros. Para empezar, el engaño viene de una confusión en la que se mezclan figuraciones sobre el político que elegimos, el político profesional y la esclerosis que atenaza a los partidos políticos. Parece que hay un olvido obvio: en una democracia el político que elegimos puede ser revocado. En cuanto al profesional, tiene el derecho como todos a viv