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Del Dietario de Jabu (4)

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S e acaba este período de hastío vacacional y trabajo con calor. Sobre el dibujo de una “realidad deforme” escribe Bieito Rubido en su El Astrolabio del ABC: «Es un síntoma más de una sociedad trivial, epidérmica, manipulable, que se refleja en el periodismo que se consume. Se supone más que se cuenta. Todo vale. Los medios retransmiten el Apocalipsis, mientras la vida real transita por otros medios». Claro que hay expertos en construir nuestra realidad deforme (un científico, por caso uno del campo de la Neurología, pondrá reparos a eso de la realidad deforme, dado que es el propio cerebro quien deforma la realidad, cuando no la inventa por pura supervivencia). Expertos suficientemente preparados, con títulos universitarios y experiencia demostrada en la ciencia y oficio de la comunicación. Una realidad deforme servida por la ideología –las ideologías–; realidad que a su vez las alimenta diariamente limpiando ese pañuelo ante los ojos que todo lo vela.

Un destino por inventar

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R eniegas de los hastiados de tanta repetición, de tantos y más dejados a la vaguedad del hálito del bostezo. Arremetes contra mi último apunte para un tratado del bostezo . «No hay noria sin pausa», arremetes en tu berrinche fundamentado, Justo. Tú, que tanto detestas el pensamiento débil. «Ese pensamiento anémico os adormece con los arrumacos de la bestia», escribes. Tú, que en su día te asomaste a la orilla de la costa oteando el horizonte de la desesperanza y te hiciste a la mar persiguiendo un destino por inventar. La bestia, ese pueblo llano consentido, servidumbre voluntaria que teme más a la libertad que a la muerte, esta porque siempre llega para los demás… eso creen en su presente edulcorado con grandes dosis gratuitas de espectáculo fantástico, donde ni espacios ni personajes, nada es lo que parece. Esta es tu argumentación, Justo, en esa carta que me has remitido con la urgencia y la prontitud de un e-mail. «Tu bostezas», me acusas, «como tantos otros co

Apunte para un tratado sobre el bostezo

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BOLETA DE IDA Y VUELTA E l pesimismo tiene un prestigio intelectual que no corresponde a la evolución de la humanidad y qué decir si es que nos ponemos a hablar de la sociedad española. El pesimismo goza de ese prestigio que alimenta una opinión pública banalizada y entregada al brazo ejecutor del espectáculo. En este caldo de cultivo, las malas noticias coparán los titulares de los medios de comunicación social. Aparte las tragedias, entre ellas las guerras y los desastres naturales, la mayoría de las malas noticias son carne de cañón para titulares que rellenan con supuesta acción el aburrimiento nada convencional de cada telediario, noticiario radiado... todos esos espacios informativos que dividen el tiempo cotidiano en las sociedades de masas, a galope. Saturados de información repetitiva, ahora, tras las elecciones de este pasado 24 de mayo nos damos a creer que algo importante ha sucedido –los periodistas acuden de inmediato al calificativo de histórico, po