Apunte para un tratado sobre el bostezo


BOLETA DE IDA Y VUELTA


El pesimismo tiene un prestigio intelectual que no corresponde a la evolución de la humanidad y qué decir si es que nos ponemos a hablar de la sociedad española.

El pesimismo goza de ese prestigio que alimenta una opinión pública banalizada y entregada al brazo ejecutor del espectáculo.

En este caldo de cultivo, las malas noticias coparán los titulares de los medios de comunicación social. Aparte las tragedias, entre ellas las guerras y los desastres naturales, la mayoría de las malas noticias son carne de cañón para titulares que rellenan con supuesta acción el aburrimiento nada convencional de cada telediario, noticiario radiado... todos esos espacios informativos que dividen el tiempo cotidiano en las sociedades de masas, a galope.

Saturados de información repetitiva, ahora, tras las elecciones de este pasado 24 de mayo nos damos a creer que algo importante ha sucedido –los periodistas acuden de inmediato al calificativo de histórico, por ello tan desprestigiado–. Tras los resultados en fase de digestión vendrán las negociaciones y los pactos más o menos creíbles. Por el momento el pensamiento pesimista de prestigio indicará que la incertidumbre y el difícil gobierno en municipios y comunidades autónomas de imponen. Al contrario, el pensamiento desprestigiado por no ser del común políticamente correcto acordará que, al menos, nos hemos puesto de acuerdo en que gobernar es un ejercicio supremo de incertidumbre y que la entropía está en su esencia, sobre todo cuando en España, sus autonomías y nacionalidades levantiscas gusta el riesgo, a pesar de las cornadas que da, aunque esta realidad disguste a los detractores de la Fiesta Nacional, la tauromaquia.

¿Realmente ha sucedido algo trascendente?

Sí, hay el mismo poder para repartir entre más, los ingenuos se volverán a estrellar contra los muros, da la sensación de que al PSOE le gusta encaminarse hacia su extinción por absorción de los que quieren poder, que las malas compañías son camino de perdición, como dicen nuestras sensatas abuelas, y que ha ganado la izquierda y también la derecha, en este juego en el que todos ganan y pierden: así es la vida humana.

Claro que: ¿existe esa mitificada izquierda? ¿Y qué decir de la derecha, existe acaso? El bueno de Gustavo Bueno nos tiene escrito y dicho que hay muchas izquierdas y muchas derechas, que ambas se abrazan en sus extremos. Así es desde la trágica superación en la historia del Antiguo Régimen. Aunque aquí lo que haya en este siglo XXI es un tótum revolútum o revoltijo socialdemócrata, porque a los españoles lo que nos gusta de verdad es vivir del Estado.

Que continúe el espectáculo pues, con la intriga que aporta el prestigiado pesimismo intelectual y la licencia del bostezo que se nos ha de permitir a los hastiados de tanta repetición, de la mañana a la noche, pasando por la madrugada y vuelta a empezar en esta noria sin pausa.


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