Escribe que algo queda

Quizá el que escriba lo que persigue es una narración de la propia vida.

Quizá el que escriba busque la forma de inventar un mundo que habrán de comprar otros.

Es posible que quien escriba piensa tan sólo en voz alta.

También es posible que escriba para dialogar con los que ya no son.

Quien tiene por profesión el escribir se debe a los que le van a comprar sus productos, que son producto de su vida, de su mundo inventado, de sus pensamientos, del diálogo con los que le mostraron el camino.

Quizá lo único importante es dar cuenta con signos de que aquí estamos.

Estuvimos.

Estaremos.

Una escritora causa revuelo en España porque anuncia que dejará de escribir para que no la pirateen, dado que vive de sus letras. Eso es lo que me llega de su denuncia. Pues qué bien: ¡viva el marketing!

Lucía Etxebarría claro que puede quejarse, dejar de escribir novelas incluso, denunciar el mundo artístico-editorial, denostar la sociedad, quejarse, en fin de esto y de lo otro, como cada cual.

También tendrá que hacerse a la idea de que habrá quien la mire cual alienígena.

Quién fuera Shanti Andía para quejarse de las condiciones en que se desliza la vida actual que hacen a la mayoría de la gente opaca y sin interés, y comenzar a escribir una novela cuando hoy, a casi nadie le ocurre algo digno de ser contado. “La generalidad de los hombres nadamos en el océano de la vulgaridad” escribe Shanti, quien lamenta que ni nuestros amores, ni nuestras aventuras, ni nuestros pensamientos tienen bastante interés para ser comunicados a los demás, a no ser que se exageren y se transformen. “La sociedad va uniformando la vida, las ideas, las aspiraciones de todos”. ¿A que sí Shanti?

Gracias don Pío Baroja por no arrepentirte de escribir novelas.


Y vamos caminando de umbral a umbral.

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