Sin manual de instrucciones
No hay manual de instrucciones para la vida.
Lo que no impide que haya multitud de publicaciones que nos llegan por tierra, mar y aire, y por supuesto, a través de las redes de la Red. Ese empeño en enseñarte a vivir, cuando a vivir se aprende, a palos.
Las publicaciones de autoayuda.
Mas no hay un manual que te permita despegar y aterrizar con total seguridad, con sus prescripciones de ingeniería, mecánica y normativa para que tú, piloto, navegues hasta el final de tus días.
Y un seguro a todo riesgo.
Ni los consejos sirven, al final. Esos que entran en el catálogo del método tradicional de ayudarse los unos a los otros o al menos intentarlo.
Incluso con los malos consejos.
Por eso el hombre, la persona, sea un disparate.
Un hermoso disparate.
Tal vez.
Pasaba la vida en Avilés.
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