Manual para subir una montaña


No son éstos los tiempos para pusilánimes ni para irresponsables ni bocazas.

Detuvo su mirada unos segundos en esta frase que acababa de escribir. Luego cerró el cuaderno y dejó sobre la tapa el lápiz. La luz lechosa que difuminaba la habitación delataba que fuera seguía nevando.

Caminar contra la ventisca resultaba penoso, sin embargo sentía placer.

Dos horas más tarde estaba de vuelta, frotando sus manos al calor de la estufa. La luz  dorada ahora brillaba oscilante en la habitación.

Los hombres estoicos siempre han advertido a los epicúreos de que todos los tiempos no son aptos para los pusilánimes, irresponsables y bocazas, continuó escribiendo con letra picuda en aquel cuaderno.

Patio sevillano, mayo.

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