Entradas

La instrucción inútil

Imagen
Cartas a Justo “No seas idiota, toda la instrucción que recibimos cuando somos tiernos es vana, nunca va a salvarnos de la inutilidad de aquello que hagamos hasta el expirar”. Añades dos párrafos más adelante: “Lo importante es el transcurrir, las ansias del momento, esas metas en el horizonte, el día a día de la vida que te permite suspirar al dormirte. Cuando vas envejeciendo saboreas toda esta ceniza con asco, qué remedio”. Hoy he recogido con temor la carta certificada que me has enviado. Esa letra redonda, escritura a pluma, cuánto tiempo... apenas ha variado desde que éramos felices e indocumentados. La felicidad de los jóvenes. Te perdí la pista a comienzos del año, cuando abortaste tu llegada a Madrid. Luego me llegó la advertencia “idiota”, sin más explicación. Este correo escrito, cuyo contenido completo no reproduzco por respetarnos, viene con matasellos de la Cartagena colombiana, donde entreví sin buscar cuál podría ser el embrujo de lo femenino. Tie

Epílogo a una lectura en el último tren nocturno

Imagen
Luz Secreta .  Celeste Caro . Fénix Editora  www.Fenixeditora.com ISBN 978-84-941511-4-8. 58 págs. Este libro habla de amor y abismo. Quimera en la búsqueda y vértigo en la caída. El amor como llamada de una idea que invita a un camino de deseo y pasión para alcanzar lo que puede sea flor de un día o un espejismo donde uno se vea, al fin, solo y único en el fondo del precipicio. No hay nada que merezca tanto esfuerzo como amar. Pues amar es la forma de compartir que tenemos los humanos para soportar la vida, entre la nada y la nada. Habla de amor y del abismo, el libro. De ese amor carnal, pasión, deseo, placer, llevado por pasos inseguros, cuando un ligero resbalón supondrá la caída en el abismo; no otra cosa que recordar con nostalgia lo que no pudo ser, la persona amada, enfrentarse con la realidad de una habitación solitaria en la que el silencio no se ocupa ni con los desgarros armónicos de Bach. Ni siquiera la huída aportará alivio tras la primera noche de

Lacónico mensaje

Imagen
Cartas a Justo “No seas idiota”. Una alarma reiterada dos veces había precedido la aparición del mensaje en la pantalla de este teléfono al que han bautizado con el sambenito de inteligente. Me había asustado. No por el mensaje. Por aquellos dos campanillazos a deshora. Era él, resucitado. Pero el mensaje no traía prospecto, sin más explicación. ¿Por qué iba a ser idiota?, tecleé en respuesta inmediata. Por qué puedo ser idiota, aquí, ahora, Justo; por qué, pensé, entretando el aparato despegaba el contenido de la pregunta con el susurro de un cohete elevándose en el horizonte lejano. No hubo contestación. Como no ha habido tampoco a mis cartas, que imagino descansando en el buzón silencioso de todos esos mensajes perdidos. Quise provocarte con un cuaderno de quejas sobre los espejismos del alma. Con otras protestas sonrojantes sobre el imperio de la mentira; las mentiras cual verdades reveladas. Te dije que Frida vino, todavía sigue aquí, que