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Un destino por inventar

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R eniegas de los hastiados de tanta repetición, de tantos y más dejados a la vaguedad del hálito del bostezo. Arremetes contra mi último apunte para un tratado del bostezo . «No hay noria sin pausa», arremetes en tu berrinche fundamentado, Justo. Tú, que tanto detestas el pensamiento débil. «Ese pensamiento anémico os adormece con los arrumacos de la bestia», escribes. Tú, que en su día te asomaste a la orilla de la costa oteando el horizonte de la desesperanza y te hiciste a la mar persiguiendo un destino por inventar. La bestia, ese pueblo llano consentido, servidumbre voluntaria que teme más a la libertad que a la muerte, esta porque siempre llega para los demás… eso creen en su presente edulcorado con grandes dosis gratuitas de espectáculo fantástico, donde ni espacios ni personajes, nada es lo que parece. Esta es tu argumentación, Justo, en esa carta que me has remitido con la urgencia y la prontitud de un e-mail. «Tu bostezas», me acusas, «como tantos otros co

Apunte para un tratado sobre el bostezo

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BOLETA DE IDA Y VUELTA E l pesimismo tiene un prestigio intelectual que no corresponde a la evolución de la humanidad y qué decir si es que nos ponemos a hablar de la sociedad española. El pesimismo goza de ese prestigio que alimenta una opinión pública banalizada y entregada al brazo ejecutor del espectáculo. En este caldo de cultivo, las malas noticias coparán los titulares de los medios de comunicación social. Aparte las tragedias, entre ellas las guerras y los desastres naturales, la mayoría de las malas noticias son carne de cañón para titulares que rellenan con supuesta acción el aburrimiento nada convencional de cada telediario, noticiario radiado... todos esos espacios informativos que dividen el tiempo cotidiano en las sociedades de masas, a galope. Saturados de información repetitiva, ahora, tras las elecciones de este pasado 24 de mayo nos damos a creer que algo importante ha sucedido –los periodistas acuden de inmediato al calificativo de histórico, po

Del Dietario de Jabu (3)

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  R achea la brisa del sudoeste. Agradable y fresca. Ambiente apacible en el club náutico, atracadero, propicio para los que no tenemos mejor cosa que hacer. Hace años acabé recogido en este caño, histórico, hermoso; en él me siento vivo. Veo pasar mi vida. Los personajes que desfilan por el bar del club. Las desapariciones , esas dagas que se van clavando en mi existencia, consciente de que a mí también me tocará. Es fantástico este lugar y tiene voces que solo pueden escucharse cuando se presta atención a lo trascendente. Solo entonces. Voces que cuentan cosas relacionadas con el misterio, nada que ver con los caracteres prefijados de la cuenta Twitter. El misterio, la realidad profunda. La realidad que no quiere cotizar en Bolsa, esa misma realidad que se niega a ser transparente, para no ser nada. En este rincón de Sancti Petri el aire sabe a sal. Son todas estas sensaciones tan íntimas que es mejor no hablar de lo que no puede ser expresado para que lo ent