Credulidad




En el sufijo -dad está la llave del futuro. Con añadir -dad al adjetivo, además de feminizar la palabra, le conferimos una cualidad mágica. Donde se ha definido un problema, con añadir el sufijo latino, y ya ha llovido, se cree haber encontrado la solución: magia.


Pues bien, el desempleado podrá disponer de empleabilidad, pero parado se quedará como no mueva el trasero con convicción; al infeliz se le aleccionará sobre la felicidad, aunque la miseria de sus días le coma las entrañas e infeliz seguirá sobreviviendo hasta decir basta.


El sufijo -dad es hoy el bálsamo de Fierabrás para todo tipo de males.


Sea donde se encuentre, si se ve inundado por adjetivos terminados en -dad, póngase de inmediato el chaleco salvavidas.


Otrosí digo al aceptar el arte de la jerigonza con la credulidad del converso. Dicen los expertos que vivimos en sociedades complejas y para enmarañar esta obviedad, pues las hordas de cazadores-recolectores también gozaban de su complejidad, difunden lo que conocemos como relatos.


Hasta las leyes, órdenes de cualquiera de las administraciones y otros comistrajos oficiales llegan a ser meros relatos, desde los preámbulos con los que se publican en los boletines oficiales.


El arte de la jerigonza ha pasado del lucimiento vacuo del letraherido a convertirse en marchamo de tontera de todo aquel que abreva en el presupuesto.


¡Oh! Esos conceptos desnudos, casi impronunciables, que con decirlo todo nada dicen. Para imponer una realidad inventada. Y luego los listos señalan con el dedo a Don Quijote.



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