Hombre occidental español

A muchos nos ha tocado vivir un ciclo vital que comenzó con el final de la dictadura de Franco y que por el momento navega por el declive de los planteamientos socialdemócratas en los países del sur de Europa, tras la autodisolución de las dictaduras comunistas en nuestro continente.

Lo que he aprendido al final de estos más de treinta años es que la inmensa mayoría de las personas tienen miedo a la libertad. Nada nuevo bajo el Sol.

¡Claro que es una impresión anciana!

Solo hay que volver la vista hacia la existencia de las sociedades esclavistas; de servidumbre; de las clases sociales; a aquellas donde imperan las leyes religiosas…

Destaco que la persona es animal gregario –ser social- aunque el estado superior sea el de ser animal político –zôom politikón-. Subrayo que una sociedad democrática de verdad solo puede estar integrada por animales políticos, responsables de sus vidas y de la vida comunitaria, formados permanentemente en las habilidades necesarias para que la vida sea vivida con dignidad y sin miedo a la libertad.

Tenemos problemas gravísimos como especie: superpoblación, derroche de los recursos para la supervivencia, ignorancia, explotación de los débiles para beneficio de los menos… Un sistema de vida humana que nos conduce a la desaparición, si antes un meteoro no choca con la Tierra y nos convertimos en polvo. No hay forma de acorralar los problemas con las fronteras y las iniciativas sensatas en nuestro mundo global apenas se escuchan por quienes tienen el poder de decidir.

Bueno, ¿hay motivos para el optimismo? Pregúntenselo a Eduardo Punset o lean su último libro. Aunque realmente, si no fuera por ese optimismo vital de la especie humana, ya hubiera desaparecido, como los dinosaurios.

¿Qué hacer con el modelo de Estado liberal? Sufrirlo.

¿Tiene recambio? El caso es que cada uno vive el tiempo que nunca conoceremos (te ven morir los otros).


Gran Café Dindurra.

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