Es lo que se puede, el poder
Que, de aquellos polvos han venido muchos de estos lodos. A cada cual lo suyo, por supuesto; lo suyo en errores.
El presidente de los Estados Unidos pide confianza y tiempo para tratar de salvar algo del “podemos”. Traducido resulta que Barack aspira a volver a mantener su puesto de trabajo en la Casa Blanca. El presidente español trata de aguantar el tipo en un país de histéricos, al menos por el espectáculo que ofrecen en los medios de comunicación todos los que salen a la calle a protestar conforme se lo permite la ley; comprende las protestas, dice, y espera que cuando le toque renovar contrato la tormenta quede a la popa de la nave del Estado.
Lo que se puede…, algo que parece que muchos olvidaron en los tiempos de las vacas gordas o al menos rellenitas; como tampoco se recuerda el sabio comentario taurino: lo que no se puede, no se puede, y además es imposible. Para apuntalar un cierto estado de bienestar no se puede mantener un estado de beneficencia, que es lo que no están dispuestos a pagar los prestatarios de los euros. Carlos V y sus banqueros, otrora, y España y los mercados de deuda, ahora.
“Hay gente pa tó”, podría Mariano Rajoy decir con el cordobés Guerrita o el madrileño, acompasado al escepticismo romano en Sevilla, El Gallo -no es momento de entrar en polémicas sobre autorías-. Pero esta forma de expresarse no es gallega, por lo que su mantra de final de verano insiste en que no se puede gastar más de lo que se ingresa, cosa que uno sabe perfectamente cuando se enfrenta a las cuentas domésticas. Que debe repetir y repite para evitar cometer dislates del estilo de hipotecarse a veinte años vista con un sueldo sin garantías de continuidad, que es lo normal en la sociedad global.
Rajoy es registrador de la propiedad, no cree en eslóganes y prefiere las frases redondas que visten la nota simple registral.
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Manifestación de trabajadores. |
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