Vulgar


BOLETA DE IDA Y VUELTA

Un lema del tipo: ‘La televisión donde tu te ves’ es una invitación a protagonizar en algún momento el contenido de lo que emite el electrodoméstico de la visión a distancia. La buena intención está en presagiar que esa emisora se va a preocupar de la vida del común, la ciudadanía; en vulgar, dar a conocer al público los hechos sociales en los que participan las personas. Otra intención menos consciente es alimentar el segundo de gloria de los comunes, que se ven en una pantalla, incluso hablando, cuando hay tanta ansia de ofrecerse en Facebook, WhatsApp, Twitter y otros tantas vías de comunicación tecnológicas. En toda televisión donde uno se ve, cualquiera podrá opinar sobre no importa qué asunto y testimoniar sobre un suceso. Un suceso informativo, sirva un accidente, no quedará cumplidamente editado en televisión sin la opinión de alguien que pasaba por allí, farfullando una generalidad que no aportará nada al hecho, salvo que el preguntado con la cebolla con logotipo de la cadena puede presumir de haberlo visto con sus propios ojos.

Con la digitalización de los medios, el otrora reverenciado feedback en la comunicación con el público se ha democratizado en encuesta de opinión en caliente con dos variables. Se puede preguntar: ¿cree que los casos de corrupción influirán en las elecciones?, con dos alternativas como respuesta: sí o no. La buena intención sería estar en contacto con el público del programa de televisión o del periódico; la perfidia, cuando se pretende crear opinión que induzca a tomar decisiones bravas.

Las sociedades abiertas son tan maravillosas que permiten el barullo, esa mezcla de gentes y opiniones, tan esenciales para los fundamentalistas de la democracia. Una pregunta: ¿habrá parentesco entre el alboroto y la sordera?


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