La gran biblioteca universal


La gran biblioteca universal soñada, Internet. El lector perdido en tanto marasmo, pulsando link tras hiperenlace, la hipérbole de la información con destino a la melancolía. La ignorancia por inflación de datos, engreimiento y vanidad. Ahora más que en el pasado se busca un lector con criterio, un titán dispuesto a dejarse seducir y batallar por la sabiduría. Una búsqueda que debe correr a cargo de un editor con juicio e instinto, rara avis. Roberto Calasso (Florencia, 1941), el alma de la editorial Adelphi, indica en La marca del editor (Anagrama) la existencia todavía de «una tribu dispersa de personas a la búsqueda de algo que sea literatura, que sea pensamiento, que sea investigación (...), que sea oro y no latón, que no tenga la inconsistencia típica de estos años. Faire plaisir era la respuesta de Debussy daba a quien le preguntaba cuál era el fin de la música. También el editor podría proponerse faire plaisir a esa tribu dispersa, preparando un lugar y una forma que sepa acogerla».

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