Persistencia, en la del error, que es lo que parece se estila en unos tiempos en los que políticos con poder e influencia social y lobbies empresariales y sindicales tratan de cambiar algo para que todo siga igual, maniobrando para aplicar medidas que tuvieron su función provechosa, aunque ahora hagan chirriar todo el mecanismo social. Nada permanece, todo se transforma. Persistencia, la que persigue la perfección, en el arte, en la industria de nuestras actividades, en el manejo de la vida para que el destino no sea una imposición absoluta. Esta persistencia requiere paciencia y trabajo, mucho trabajo. El imponente diseñador norteamericano Milton Glaser se negó en su momento a marcarse un rollo intelectual para explicar el proceso de creación de un logotipo famoso, encargo de una ciudad que en los setenta del siglo pasado sufría las acometidas del crimen y de la bancarrota. El I love NY , con el corazoncito dichoso en vez de la palabra amor, nació en un taxi, en p...